Pobre gorda

Un par de veces a la semana paso por delante de un supermercado, al lado de la puerta del cual se sitúa una mujer que pide limosna. Son inconcebibles el uno sin la otra.



Dicha señora se sienta en un taburete ridículamente bajo y pequeño. Como si no tuviera suficiente con ser pobre y quisiera añadir problemas de espalda a su lista de handicaps. Y humillación. Tengo un consejo para quién se lo pueda permitir: si te mola la humillación, cómprate un billete de avión a donde sea y pasa el control de seguridad del aeropuerto con un consolador en el bolso y unos calcetines agujereados. Vas a disfrutar.

¿Pero ese taburete minúsculo? ¿Porqué? Supongo que tendrá sus motivos de márketing; pensará que mirando desde abajo compensa el hecho de no tener amputaciones, malformaciones o algún cachorrito tiritando a su lado. Pero la verdad es que conmigo no funciona: el tamaño del taburete amplifica aun más el tamaño de la mujer, oronda de por sí. La imagen me causa gracia, lo siento. Por otra parte, dudo que alguien perciba más caridad pareciendo sobrealimentado (ver opiniones en la línea de Alfonso Rojo vs. Ada Colau...).

Aunque ahora que lo pienso, si no nos han engañado y eso llamado metabolismo existe, debe de ser una auténtica putada ser pobre y gordo:
"- ¡Pero si solo como una barra de pan al día untada con barro y un vasito de agua del grifo!
- Pfs... Encima de gordo, mentiroso."


En fin, doy por sentado (juas) que puedo hablar de todo esto sin filtros porque soy muy progre y nadie va a confundirme con una clasista o una cínica o algo peor. Conste que doy propinas en los bares y monedas a los que van con perros y se acomodan en lugares menos cómicos.

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