Hijoputismo Posmoderno


Hoy me rindo. Lo admito, puede que lleve media vida equivocada. Puede que la bondad no sea la principal característica del ser humano. Porque sí, hay mucha mala leche, mucha cabronería, y no me refiero a maldades como la voz muy aguda o el acento pijo. Me refiero a maldad real, de la buena.

¿Qué le habrá pasado a esta inocente chica?, os estaréis preguntando. Os lo diré. Los de la ORA, ese servicio negocio gestionado por manos privadas que se basa en pintar rayitas azules por las calles que ya pagamos mediante impuestos y cobrarnos por estacionar en ellas, lo han vuelto a conseguir. En realidad, creo que sin ellos, sin las fuerzas de seguridad opresoras del estado y sin políticos -así, en general-, reduciría mi mala leche a menos de dos tercios.

Al grano. Los mandamases de la ORA, no contentos con explotarnos a cara descubierta con su copago obligatorio de mierda, han suprimido lo único salvable del sistema. Como ya sabréis, si tenéis que aparcar durante 5, 10 o 20 minutos, pues os jodéis y pagáis 30, porque ese es el mínimo. Hasta ahora, esto implicaba que muchas personas honradas, del pueblo llano, con voluntad impecable y sin ánimo de lucro, compartían sus tiques pasándoselos a alguien que hubiera acabado de llegar si se daba el caso de no haber agotado todo su tiempo -tiempo que, obviamente, ya habían pagado-. Llamadme romántica, pero un bonito titular para decirlo sin faltar a la verdad podría ser: "los ciudadanos reparten microregalos en forma de tiempo los unos con los otros" (ahora intentad no llorar pétalos de rosa perfumados en forma de corazón).

Olvidadlo. Han exprimido el jugo, han licuado lo que quedaba de pulpa y han triturado la piel para hacer puré y así no desaprovechar ni un milímetro de cada céntimo expropiado, arrancando lo último de alma que le quedaba a un sistema podrido. ¿Que qué han hecho? Hacer que los tiques funcionen con la matrícula del vehículo, única e intransferible. Au, colaboración ciudadana finiquitada.

Así que lo único que me queda es canalizar mi rabia con nuevas e innovadoras ideas para forrarme yo también (eso sí, de una forma más honorable). Sin ir más lejos, el otro día pensé en diseñar una app para que los grupos de violentos puedan reunirse y pegarse sin molestar a los demás. Como el Tinder, pero con palizas en lugar de polvos. Y todos felices. Aunque pensándolo bien, lo que de verdad quiero es crear la aplicación y buscar a través de ella a cualquiera de los responsables de la 'Operació de Regulació d'Aparcament', que con la cantidad de maldad que destilan sus acciones recaudatorias, se apuntan a la violencia programada fijo. Y por mi parte, con ellos no habrá compasión.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Pobre gorda

La gens increïble història dels bons marmolets i els malvats fatxendes

Carta