Pierdes el tiempo


Cada mal humor y cabreo sin sentido, sin motivo, esa mala leche de agenda que vuelve puntual te roba horas que no vas a recuperar.

Me refiero a cada lunes (incluso a cada domingo a última hora) que pasas indignado por empezar la semana. A esos 10 minutos durante los que te cagas en todo al tener que levantarte pronto. A esos meses (¡incluso años!) que pasas al lado de personas que te deprimen, te molestan, o simplemente te estorban.

Imagina que vives 75 años. Pongamos que de los 0 a los 12 y de los 65 a los 75 estas chorradas sociales no te afectan (está visto que la inocencia y la sabiduría son bendiciones, lo que nos estropea es lo de en medio); nos quedan 53 gloriosos años de mal rollito programado. Si cogemos las 5 horas que nos cabrean entre domingos caducos y lunes, añadimos los 10 primeros minutos de nuestras mañanas 5 días a la semana, sumamos los 4 meses enteros de enfados, discusiones, etc. -cómputo vital total-, y lo agitamos bien... ¡Voilà! Aproximadamente 8400 horas de nuestro tiempo conscientes de mala leche... y porque sí.

Y yo soy la primera que paso más tiempo mal que lo que indica esta ecuación simplista. No pasa nada. Lo único que digo es que después no hay excusa para los agobios en los lechos de muerte. O puede que nos guste tanto el drama que encontremos placer en lo trágico y en el fondo queramos desperdiciar con él hasta nuestros últimos momentos.

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